El gobierno presentó hace pocos días el proyecto de reforma al sistema de pensiones chilenos. El diseño de sistemas de pensiones es una tarea compleja para cualquier gobierno, pues no existe en el mundo un único-mejor sistema, si no que los diseños son apropiados dependiendo de las características económicas, políticas y sociodemográficas de cada país. El diseño de un sistema de pensiones debe, además, necesariamente, considerar la naturaleza dinámica de la población: las generaciones son distintas.
La redistribución intrageneracional hace relación a que existan transferencias entre individuos de un mismo cohorte, mientras que la redistribución intergeneracional involucra a generaciones futuras o distintos cohortes de individuos. Bajo la idea de que las pensiones que reciban los individuos tengan relación con el ingreso que tuvieron a lo largo de su ciclo laboral, entonces la redistribución intergeneracional es baja. En cambio, en la medida que existan mecanismos que aseguren que los individuos alcancen un cierto nivel de ingresos al jubilarse, independiente de sus niveles de ingreso a lo largo de sus vidas (por ejemplo, por medio de la existencia de pensiones mínimas), entonces existirá redistribución intergeneracional. Esto bajo el supuesto que la mayoría de los ingresos para financiar pensiones sociales provengan de individuos que se encuentran actualmente trabajando.
En general, las tendencias en sistemas de pensiones en el mundo es reducir las transferencias intergeneracionales, utilizando mecanismos que conecten las pensiones con los ingresos laborales que el individuo generó a lo largo de su vida. Esto es independiente a si se usan cuentas de capitalización individual o cuentas nocionales. En ambos casos, el principio de fondo es que la pensión sea función de cuanto contribuyó el trabajador al sistema. Este es un principio que, en términos generales, se mantiene en la propuesta del gobierno y es un principio, que se debe mantener.
Los sistemas de pensiones, entre otros aspectos, buscan ser sostenibles financieramente y asequibles, es decir, que se puedan mantener en un horizonte futuro previsible y que se puedan financiar dentro de las capacidades de la sociedad. En la medida que la población mundial envejezca (producto de un aumento en la esperanza de vida y una reducción en la tasa de natalidad), es cada vez más difícil lograr tener mecanismos con solidaridad intergeneracional y sistemas sustentables y asequibles, puesto que necesitaríamos que los jóvenes cada vez aporten más para financiar a los pensionados.
A esto hay que sumar que las condiciones laborales que enfrentan los jóvenes no es la misma que la que enfrentaron sus padres. Este es un fenómeno que ocurre en todo el mundo y no es ajeno en Chile. En el Chile del siglo pasado, los ingresos laborales tendían a ser más estables y correspondían a ingresos de empleos formales dependientes. Hoy los jóvenes tienen una mayor probabilidad de ser trabajadores informales y por lo tanto estar fuera del sistema de pensiones. Al mismo tiempo, el tipo de trabajo que más a crecido en la última década es el trabajo por cuenta propia (o trabajadores independientes), que no tiene las mismas características de estabilidad que los trabajadores dependientes. Conceptos comunes entre los jóvenes hoy en día es “el boletear” y “trabajar por proyecto”, incluso entre los grupos con mayor escolaridad. Entre los jóvenes hoy existe una marcada incertidumbre respecto a sus ingresos futuros. Por ello, es una carga fuerte generar transferencia intergeneraciones.
Dicho lo anterior, por medio de impuestos generales para financiar pensiones solidarias y/o pensiones mínimas, es posible generar transferencias intergeneraciones y además entre personas que tengan mayores ingresos y patrimonios a aquellas hacia aquellas que tuvieron menores ingresos a lo largo de su vida.
Por otro lado, la reforma considera un mecanismo de transferencia intrageneracional por medio de un componente de ahorro colectivo con cargo al empleador, de manera que trabajadores con altos ingresos contribuyan a trabajadores con bajos ingresos. Esta última es una idea interesante para evaluar. Para el análisis se debe considerar que hay impactos dinámicos y por sectores. Por ejemplo, es esperable que, al incorporar dicho componente de contribución por parte del empleador, aumente el desempleo. Esto sucede porque se encarece la planilla de remuneraciones, lo que puede repercutir en los niveles de empleo actuales y en el nivel de salarios futuros. Los impactos no necesariamente serán los mismos entre sectores económicos. Sectores como minería o manufactura tienen una elasticidad de demanda más inelástica a que sectores como agricultura, comercio, transporte u otros servicios. Es decir, el desempleo puede aumentar más en estos últimos tres sectores, que son los que absorben más empleo en la economía chilena.
Marcela Parada Contzen, Ph.D. in Economics
Académica del Departamento de Ingeniería Industrial, Facultad de Ingeniería, Universidad de Concepción e Investigadora Adjunta del Núcleo Milenio MOVI.